Mate amargo, mate dulce, mate lavado, mate con yuyo, mate de leche...
Ningún contacto más íntimo en nuestra cultura que el de un matecito. Uno de los primeros gestos de acercamiento cuando no hay tema de qué hablar, ni siquiera de la consabida tormenta, la sequía, la corrección, la inundación, la humedá... Uno puede tener reparos en usar un baño público, en sentarse en el asiento del colectivo, puede usar preservativo cuando tiene sexo, pero no puede hacer cara de asco cuando un vecino, un colega, un compoblano, un vil desconocido le acerca un matecito espumante. Somos un pueblo de costumbres poco "higiénicas", de actitudes "de borde", de conductas "de riesgo". Precisamente, fronterizos (Misiones la todofrontera).
El mate nos sustenta en muchos aspectos. Leguas de territorio sembradas de árboles de yerba mate (hay más de pino eliotis), cientos de productores de yerba mate (decenas de secaderos que se enriquecen), miles de tomadores de mate (cebado, cocido), kilómetros de papel prensa refiriéndose a las discusiones del precio del kilo de yerba, cientos de miles de palabras gastadas en literatura (pocas bien invertidas, y demasiadas... bueno, baste este ejemplo).
Circulan por nuestras venas leyendas de tierra roja y hojas de yerba mate. Y nos reunimos periódicamente en un festejo, a recordar eso que no podemos olvidar, que nuestro propio ser no nos deja olvidar.
Mate. Yerba. Nos constituye, nos preserva, nos alimenta, nos significa.
Comentarios
Me gusto mucho tu blog!
Te espero nuevamente, si no te espanta el chuker, se entiende.
La próxima vez que visite la tienda, me voy a comprar un par de bombillas (^O^)/.
Me gusta mucho tu weblog, saludos de una de tus compañeras en Solo Crochet.
Basta un botón como muestra de la esquizofrenia autóctona.
Fiquei muito feliz com a sua visita.
Se fizeres o jogo me avise que quero ver. Ok?
Mate é sempre gostoso!
Bjs
Sônia Maria