Odio, odio, odio, detesto

Me encanta tejer, me encanta coser mis ropas y los elementos que uso a diario en mi casa. Esto por muchas razones: la propia acción del tejido, como labor manual; el ritmo insistente de hacer la misma acción infinitamente; la memoria muscular; el ejercicio de atención; la posibilidad de aislarse en un mundo propio; la satisfacción de poder usar algo que ha sido creado por nosotres.

Ahora bien, voy a confesarte que hay labores y técnicas que odio hacer. Algunas he intentado, les he puesto onda, he tratado, pero las odio. ¿A cuáles me refiero? Aquí te las cuento:

- La popularísima a nivel mundial flor africana. Probé hacerla. Ocasionalmente me ha pasado que me gustó algún tejido en que se usó este motivo, pero no es la regla general. No me gusta y no quiero hacerla nunca más, así como no quiero verla en mi feed de instagram, en pinterest o en cuanta plataforma virtual uso. No sé si es un problema con el motivo en sí, si es un caso de cabezadurismo, si es falta de desarrollo del buen gusto tejeril, no te sé decir por qué, pero no me banco mirarla. No tengo problemas con quienes gustan de este ultrapopular motivo, pero no me gusta verla entre mis cosas ni tejerla. Eso sí, si querés tejerla, aquí te reenvío a Ravelry, donde se encuentran los enlaces al patrón y sus traducciones.

- El macramé. Otro inexplicable caso. Conozco muchos nudos, he realizado muchas labores con esta técnica, pero no puedo ni ver todo lo que me aparece en internet. Odio, odio, odio, detesto. No me malinterpretes: si te gusta hacerlo o tenerlo, te respeto, me alegra que te guste, ojalá lo hagas y lo vendas con gran éxito, pero no a mí. Ahí está, ya lo dije.

- El reciclado de suéteres que se encuentran en buen estado. Siento que un cachito de la humanidad muere cuando les influencers del mundo artesanal deciden reciclar una prenda que se ve en excelente estado para transformarla en un  artículo que, por lo general, suele ser una asquerosidad sin funcionalidad. El colmo del consumismo fast fashion, que desvaloriza la labor manual y considera inusable una prenda ni bien termina una temporada.

-  Los portalatas de cervezas con tetas. Entiendo que suele ser un toque de humor, pero no me gustan. No me molesta ver tetas reales, especialmente si no se muestran para el "consumo" machirulesco. Tampoco me molesta ver bebés con gorros con forma de teta, que entiendo que responde a la idea de naturalizar el amamantamiento. O sea, creo yo que no es pura pacatería de mi parte, pero juzgalo como quieras.

- Las prendas y los tejidos que tienen piezas que se cosen. Odio tener que armar prendas tejidas, con costuras. La prenda tejida ideal para mí es la que tiene la menor cantidad de costuras. De ser posible, sin costuras. No sé si es fiaca o qué. Aquí te enlazo al tutorial de mi chaleco Azalea, que tiene pocas costuras y que se puede hacer con una sola.

- Esconder las colitas de hilos al final de un trabajo con distintos hilos. En consonancia con el punto anterior. Para evitar esto no es que evite tejer con muchos colores, sino que busco la forma de ir escondiendo el hilo a medida que tejo, de modo que al terminar el último punto, ya termino el proyecto.

Bien, por ahora esas son las cosas que odio en el tejido y las demás labores. ¿Hay algo que vos odies hacer? ¿Algo en lo que no te agarran ni por un millón de ovillos de lana? Contámelo en los comentarios